La acción acompaña, promueve, soporta, potencia, posibilita, dinamiza, detecta, valora a la persona y dice sin palabras que se puede contar con ella, pero no suple. Se trata de un acompañar que no subordina, que no somete, que no hace demostración del que no sabe, que no hace inútil a quien no es o ignora lo que es, que cuenta con el otro como protagonista, incluso cuando no comprende el proceso de motivación.
Sugiere, anima, escucha, exige, participa, convive, etc, es la referencia más cerca y sinérgica. Su estilo de hacer, de situarse y sus actitudes se conforman como fundamento de una relación educativa acorde con el proceso de ser. Y ello se realiza en la cotidianidad de "acompañamiento" a los sujetos, muchas veces más desde el "estar" que desde lo que pudiéramos hacer y decir.
Acompañar es seguir el hilo de la vida sin pretender controlarlo todo, preverlo todo, y es saber aprovechar lo no esperado.
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