Páginas

lunes, 18 de abril de 2016

Una cicatriz más

Hay una serie de pensamientos, de ideas, de emociones que nunca seré capaz de compartir.  Son esas más íntimas, unas más oscuras, otras simplemente humillantes o acomplejantes.  Son de esas cosas, que cada uno llevamos en el alma, atadas a nuestra vida, que procuramos esconder, incluso a nosotros, para poder seguir caminando, pero que de vez en cuando intentan salir a flote.
Es como una lucha constante.  Yo las intento esconder, hundir más profundo.  Ellas intentan salir, escapar de mí misma.  Son heridas sin curar, cicatrices de malos momentos, historias pasadas que continúan doliendo.
Con el tiempo he aprendido a convivir con ellas, a aceptarlas e incluso, a valorarlas.  Yo no sería como soy, si no fuera en parte, por ellas.  Yo soy así, porque soy fruto de una historia, con lo bueno y con lo malo.  Con la alegría y el sufrimiento.   Con la verdad y con la mentira.  
Es doloroso cuando esas heridas, reaparecen triunfantes para recordarte lo poca cosa que eres; pero a veces, y esto ocurre muy poco a lo largo de la vida, tienes la oportunidad de redimirte, de sanar una de ellas, de cerrarla y dejarla volar, dejarla marchar.  Sólo así deja de ser un lastre, un peso.  
Hace un par de días, completé un proceso de humillación, deslealtad, mentira, traición, dolor... y por fin, perdón.  Perdón a otros, y lo más difícil, perdón a mí misma.  Fue tan sólo un instante, casi fugaz, pero que me dió la opción de dejar ir todo una historia dolorosa.  Podría haber decidido continuar con ella, anquilosarla a mi alma, cosérmela a la garganta, pero decidí lo contrario.  Decidí que ya era hora de dejarla ir... ha sido una gran historia, de esas que me han dejado cicatriz, pero que ahora puedo mirar con sosiego; de esas que conforman quién soy hoy y de seguro quién seré mañana.  
Todo es un aprendizaje, todo es un mismo camino... la cuestión es cómo vivirlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario